Queridos Carrozas, después de estos día en los que hemos conmemorado la semana del curator, en los que hemos dicho todo tipo de tonterias sobre fotos propias y ajenas, en los que hemos descubierto en las imágenes la fuerza icónica de las interrelaciones estéticas que se crean en el espacio interior, es hora ya de que volvamos a la normalidad y le llamemos al pan, pan, y al vino, vino.
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Para ello, nada como un paisaje de playa tomado en uno de mis paseos vespertinos de jubileta, en la que no se esconde ningún mensaje, ni pretendo reflejar otra cosa que la tranquilidad interior que transmite wl final de la tarde frente al mar. Ya lo dijo Ramón Massats: "no hay cosa peor que tener que leer dos folios para entender una mala foto". Aquí la foto será mala, pero, por lo menos, no hay nada que leer.