miércoles, 18 de agosto de 2010

GUARDAMAR 2004


Mientras caía la tarde, dos enamorados se devoraban. Ensimismado, el fotógrafo Sánchez los rebasaba indiferente. Al fondo, los pescadores aprovechaban lo avanzado de la hora y la ausencia de bañistas para probar suerte con sus cañas. Al otro lado de las casas , el sol todavía era intenso aunque rasante sobre la Gran Duna. El fotógrafo Sánchez disparaba en Blanco y Negro y yo hacía un año que lo alternaba con mi Olympus digital. Cuando cayó la noche, y ya convertidos en Príncipe de las Dunas (él) y Conde de Guardamar (yo), nos dirigimos al pub donde habíamos conocido a una gentil doncella que nos servía ron (para el príncipe) y whisky (para mi).

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