Es lo que tienen estos días. Sales a dar una vuelta y te atropella una ceremonia de necrofilia infantil, a la que tan aficionados son la iglesia católica y la gente de este pueblo. Ahí van, calle adelante, estas niñas vestidas de señoras antiguas, con sus peinetitas, con sus velitos colgantes y un sepulcrito al hombro. Se diga lo que se diga... ¡qué bonito es un entierro!
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