El zaguán de la histórica casa de Isabel Ferrer en su estaso original (o casi). Después, el Colegio de Arquitectos compró el edifició y lo "restauró", para dedicarlo a su sede social. No han dejado ni los rabos. Solo el poyete, que se utilizaba para montar a caballo, permanece en la entrada.
En Castellón hemos puesto a los lobos a cuidar de las ovejas. Así nos va.